Las interrupciones de la cadena de suministro se han convertido en un gran desafío para la economía mundial desde el comienzo de la pandemia. El cierre de fábricas en China a principios de 2020, los cierres en varios países del mundo, la escasez de mano de obra, la fuerte demanda de bienes comercializables, las interrupciones en las redes logísticas y las limitaciones de capacidad han provocado grandes aumentos en los costos de los fletes y los plazos de entrega. El gráfico de arriba muestra que los plazos de entrega de los proveedores en Estados Unidos y la Unión Europea han alcanzado máximos históricos a partir de finales de 2020 (los datos se remontan a 2007). Para calcular el índice, se pregunta a los directores de compras si los plazos de entrega de sus proveedores son, en promedio, más lentos, más rápidos o no han cambiado en comparación con el mes anterior. Las lecturas por encima de 50 indican que los plazos de entrega son más rápidos, las lecturas en 50 señalan que no hay cambios, y las lecturas por debajo de 50 indican que los plazos de entrega son más lentos en comparación con los del mes anterior. La fuerte caída del índice de plazos de entrega refleja el aumento de la demanda, limitaciones generalizadas de la oferta o una combinación de ambos factores. En momentos como el actual los proveedores suelen tener mayor poder de fijación de precios, lo que provoca una subida de los mismos. Además, estos retrasos en la cadena de suministro pueden reducir la disponibilidad de bienes intermedios que, combinados con la escasez de mano de obra, pueden frenar la producción y el crecimiento del producto.
Parisa Kamali y Alex Wang, Fondo Monetario Internacional