Simplificar trámites

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Por:  TOMÁS LINN

Una carta escrita desde Argentina y publicada esta semana en la sección “Ecos” del diario, narraba las tantas tribulaciones que deben pasar los turistas que se acercan a nuestras costas en sus embarcaciones. Se trata de una forma de turismo muy arraigada pero como tiene su circuito propio, mucha gente desconoce. En temporada hay quienes atracan en Piriápolis o en Punta del Este y permanecen largo tiempo ahí. Pero en los puertos de Colonia, el movimiento es otro. Se trata de navegantes que salen de los diferentes clubes que hay en el lado argentino del Río de la Plata y pasan un fin de semana o quizás más, en la costa uruguaya. Es que a esa altura el Rio de la Plata es como un gran lago que permite ese tipo de navegación deportiva o de entretenimiento y por cierto tiene un efecto muy positivo sobre Uruguay. Todos esos puertos ofrecen su atractivo pero el de Carmelo es particularmente seductor. Y en todos se invirtió para dejar una buena infraestructura que ofrezca comodidad a los tripulantes.

La persona que envía la carta se queja de lo engorrosos que son los trámites a realizar una vez atracados en costa uruguaya. Estos deben cumplirse básicamente ante tres organismos: migraciones, aduana y el propio puerto. Como no siempre hay personal disponible y a mano en el momento de llegar, se pierde mucho tiempo dando vueltas para completar el proceso. Todo lo cual, además tiene un costo. Si el pago agilizara las cosas, tendría sentido. Pero por lo que dice quien escribe la carta, no es así. No importa cuál sea el rubro de actividad, Uruguay está plagado de normas a cumplir y de exigencias a responder, algunas similares a otras, todas engorrosas y por lo general costosas.

Otro ejemplo que surgió en estos días y que afecta a los turistas, es el sistema de cobro de los peajes. Llegan sin saber que ya no se paga más al contado. Es como si se les hubiera aplicado la “bancarización obligatoria” pero solo para este rubro. Para quien viene de uno de los países limítrofes, el proceso no es tan sencillo como acá, en el que uno entra al sitio correspondiente y a los pocos días le llega a su casa el “sticker” que acreditará el paso por un peaje. Al menos hasta el último fin de semana largo de octubre, no había nada pensado que les allanara a los visitantes el camino. No se había diseñado en un sistema universal, simple y claro que se resolviera ni bien se toca suelo uruguayo.

Hace unos años escribí una columna detallando el surrealista mundo de trámites y regulaciones que afectaban al comercio. Desde exigencias de los bomberos hasta pautas de la Intendencia pasando por el complicado mecanismo de como liquidar sueldos. Era una larga y pesadillesca lista. Hace poco tiempo Ceres difundió un informe sobre la multiplicidad de cosas que se le pedía a quien quería invertir en Uruguay. Estaban pensados de tal manera que más que atraer inversores, la sola idea de tener que enfrentar ese largo listado de requisitos, los ahuyentaba.

Otro sector que hace rato reclama una simplificación de trámites y regulaciones es el agro. A veces un productor tiene que recorrer largas distancias para terminar de sellar un expediente que es exactamente igual a otro exigido por una repartición estatal distinta. Tiempo y dinero perdido. No se trata de negar que ciertas regulaciones son necesarias. Lo que se cuestiona es la excesiva burocracia, nacional o municipal. Trámites duplicados, otros sin mayor sentido, papeleo que exige traslados a distancias largas, colas interminables. Muchas veces no están pensados para que el Estado recaude, pero sí tienen un costo para quien cumple con tanta regulación. Peor aún: si bien con los impuestos se pagan los sueldos de los funcionarios que se encargan de estos trámites, a veces están diseñados para que el esfuerzo lo haga solo el usuario y no el funcionario que rara vez se mueve de su escritorio. Quien trabaja es quien paga, no quien es pagado. En Uruguay hay una tradición de ida y vuelta con estos procesos. Lo que un día se simplifica, al día siguiente se vuelve a complicar. Hay gobiernos que se tomaron el trabajo de simplificar el funcionamiento burocrático del Estado (el último gran cambio en este sentido fue hecho durante el gobierno de Lacalle Herrera) pero después vienen otros que se regodean en inventar (o duplicar) más requerimientos. Ningún gobierno pasa a la historia por abordar una estrategia de simplificación y eficacia burocrática y tal vez por eso a nadie le importe hacerla.

¡Pero cómo le cambia la vida a la gente! Tanto por tiempo que ya no se perdería como por costos que dejarían de existir. Si bien no estaba en la parte superior de ninguna lista de promesas electorales, mucha gente se ilusionó que este gobierno abordaría esa tarea. Cumplido la mitad del período, no hay señales de que ello se esté haciendo ni se piense hacer. Sería muy decepcionante si cumplida esta gestión, dicha tarea no se llegara a cumplir.  https://www.elpais.com.uy/

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